Un día más, enciendes la televisión, hojeas revistas de moda o te pierdes en las redes sociales, y ves rostros con piel “perfecta”, sin rastro de granos, puntos negros o cualquier imperfección. Haces zoom, amplías cada imagen, tratando de encontrar algún detalle que te haga conectar con lo que sientes.
Esta perfección idealizada, no es el mejor lugar para encontrar respuestas auténticas. El acné, aunque común, no es algo que debamos temer ni considerar un defecto. Queremos que lo entiendas como una parte más de tu vida, ya que puede surgir en cualquier momento y presentarse de distintas formas. ¿Y qué mejor que conocer cada una de ellas para saber cómo tratarlas de manera eficaz?
Aunque el acné puede variar, todas sus formas comparten un mensaje importante: no define quién eres.
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El acné afecta a cada piel de manera distinta
Cierra los ojos e imagina a alguien con acné. ¿Qué ves? Quizás una piel grasa o enrojecida, cubierta de granos e imperfecciones, pequeños bultos blancos o puntos negros. Pero lo cierto es que el acné no tiene una única cara. Es una afección compleja, causada por diversos factores, y puede presentarse de manera diferente en cada persona. Lo que significa que tus lesiones de acné pueden ser muy distintas a las de tu mejor amiga, hermana o pareja.
Sin embargo, todos aparecen de la misma manera. Tu piel experimenta cambios hormonales que, en muchas ocasiones, provocan un aumento en la producción de sebo. Este exceso de grasa se mezcla con células muertas, lo que lleva a la obstrucción de los poros.
Cuando los poros están bloqueados, las bacterias que normalmente habitan en la piel pueden quedar atrapadas en su interior. Este crecimiento bacteriano puede dar lugar a una infección, que a su vez provoca inflamación. Y voilà, así es como aparece un grano.
Desde los días en los que nuestra piel florece con la pubertad, hasta los momentos en los que nos enfrentamos a los misterios de la vida adulta, el acné se manifestará en muchos momentos de tu vida.
Conoce los tipos de acné
El acné se clasifica principalmente en dos grandes grupos: inflamatorio y no inflamatorio. Aunque ambos tipos pueden volverse graves si no se tratan, el acné inflamatorio suele ser más agresivo, especialmente en pieles grasas o pieles sensibles, y puede requerir atención médica por parte de un dermatólogo.
Acné no inflamatorio
Este tipo de acné es leve y lo verás cuándo los poros de tu piel estén obstruidos por una acumulación de sebo y células muertas. Es visible, no suele ser doloroso y podemos dividirlo en 2 tipos:
Puntos negros: los verás cuando el poro está obstruido por la acumulación de sebo y células muertas. La parte superior del poro permanece abierta y como resultado vemos ese color negro tan característico.
Spoiler: esto no es por la suciedad, el color se da como resultado de la oxidación de los residuos al entrar en contacto con el aire.
Puntos blancos: los verás cuando el poro se obstruya (de la misma forma que los puntos negros) pero permanezca cerrado. Como consecuencia, aparece un pequeño bulto que sobresale de la piel y que suele ser de color blanco (no ha entrado en contacto con el oxígeno del aire y no se oxida).
El acné no inflamatorio es muy tentador de extraer, especialmente porque es muy visible, pero lo mejor es que no lo toques y lo trates con productos adecuados para tu tipo de piel, como limpiadores suaves que mantengan los folículos pilosos despejados sin irritar.
Acné inflamatorio
El acné inflamatorio se considera un tipo más moderado y grave de acné, que produce granos, ya sea en la superficie o en las capas profundas de la piel, y que suele ser doloroso al tacto. Al igual que el acné no inflamatorio, se origina por la acumulación de sebo y células muertas de la piel, pero en este caso, se añade la presencia de bacterias, lo que provoca una infección.
Este tipo de acné suele aparecer en pieles grasas o mixtas y es importante tratarlo con el enfoque adecuado para evitar complicaciones. Conoce los 4 tipos diferentes:
1. Pápulas los conocemos como granos y son bultos rojos e inflamados. Cuando el poro se obstruye, la presión se acumula y puede hacer que las paredes del poro se rompan, propagando impurezas alrededor. Tu cuerpo responde a esta ruptura con inflamación, lo que les da la apariencia hinchada y roja.
2. Pústulas: las conocemos como espinillas y son cavidades llenas de pus, debido al crecimiento de los gérmenes microbianos. Si las ves es porque tu sistema inmunológico ha entrado en acción.
¿Puntos blancos o espinillas, sabes distinguirlos? Los puntos blancos no tienen inflamación y no son dolorosos; las espinillas indican inflamación y por eso son dolorosas.
3. Nódulos: los nódulos son una forma más severa de acné. Se parecen a las pápulas, pero se forman en las capas más profundas de la piel, donde son complicados de tratar. Los nódulos nunca tienen una ”cabeza” como los puntos blancos o las pápulas; tienen un color rojizo y duelen al tocarlos.
4. Quiste: se desarrollan cuando los poros se obstruyen por una combinación de bacterias y células de la piel, lo que lleva a la infección del sebo. Al igual que los nódulos, se encuentran en las capas más profundas de la piel. Sea cual sea su tonalidad, son la forma más grande de acné y duelen al tocarlos.
¿Sabías que de todos los tipos de acné, los quistes son los que más probabilidades tienen de dejar una cicatriz? Si intentas reventarlos, puedes propagar la infección y empeorar el proceso de cicatrización.
¿Los granos puntuales son algún tipo de acné?
Esta es una de las preguntas más interesantes en cuanto al tema. Tras conocer los diferentes tipos, tal vez te preguntes: ¿qué pasa con ese grano o espinilla que aparece justo en el momento más inoportuno? El acné se forma principalmente por procesos que ocurren dentro de nuestro cuerpo y que muchas veces, están fuera de nuestro control. Por eso, en ocasiones, no podemos evitar que aparezcan esos granos puntuales.
Un claro ejemplo son los cambios hormonales, que nos acompañan a lo largo de toda la vida:
- En las mujeres: cuando los niveles de estrógeno bajan —como durante tus días del mes, o en momentos futuros como el embarazo o la menopausia—, la testosterona puede aprovechar la ocasión y causar acné hormonal.
- En los hombres: el aumento de testosterona, que generalmente ocurre durante la adolescencia, incrementa la producción de sebo y puede provocar la aparición de acné inflamatorio.
Estos granos, aunque molestos, son una parte natural de los cambios hormonales que atravesamos. Durante la adolescencia, el acné puede ser una fuente de frustración, justo en un momento en el que estamos descubriendo quiénes somos y cómo queremos vernos. Cuando somos adultos, suele traer otro tipo de inquietudes, ya que aparece cuando pensamos que estos problemas han quedado atrás.
Lo importante es recordar que, independientemente de la etapa, con los productos adecuados y un cuidado constante, puedes mantener tu piel bajo control. Así mismo lo contaba Coco Constans durante nuestra última semana de la innovación.
“He sufrido, pero gracias a productos específicos, he notado cómo mi piel ha cambiado. Ahora me siento segura en ella. Paso mucho tiempo frente a la cámara, y hoy por hoy, puedo decir que me siento realmente cómoda y confiada en mi propia piel”.
Coco Constans, embajadora ISDIN.
Es hora de pasar a la acción
La regla de oro para tratar granos y espinillas es tener paciencia (y constancia). Aunque algunos productos específicos pueden mostrar resultados rápidos, en muchos casos, la mejoría no se aprecia hasta pasados unos meses.
Lo más importante es elegir bien los productos que aplicas, pensando siempre en el tipo de acné al que te enfrentas. Por eso, vamos a centrarnos en los ingredientes clave: aquellos que realmente atacan el grano de forma directa y eficaz.
Para el acné no inflamatorio
La clave está en mantener los poros limpios con un equilibrio adecuado entre limpieza y exfoliación, lo que ayuda a eliminar los puntos negros y las imperfecciones.
- Niacinamida: ayuda a reducir la apariencia de los poros y a equilibrar la producción de sebo. Búscala en sérums o limpiadores que favorezcan el control de grasa y mantengan la piel equilibrada.
- Ácido salicílico: exfolia de manera natural la piel, eliminando las células muertas que provocan puntos negros y blancos. Búscalo en sprays para el acné de la espalda, geles secantes o sérums para mantener los poros despejados y evitar nuevas obstrucciones.
Para el acné inflamatorio
La clave está en seguir una rutina de cuidado de la piel efectiva, combinada con tratamientos específicos si es necesario, para combatir las bacterias y reducir la inflamación.
- Peróxido de benzoilo: ayuda a eliminar las bacterias que causan el acné y reduce la inflamación. Búscalo en productos indicados por un dermatólogo para evitar posibles irritaciones.
- Ácido glicólico: exfoliante natural que ayuda a eliminar las células muertas de la piel y destapar los poros. Búscalo en tratamientos exfoliantes o tónicos para un cuidado más profundo.
- Ácido hialurónico: ideal para mantener la piel hidratada, especialmente cuando se está utilizando algún tratamiento para el acné, ya que estos pueden resecar la piel. Búscalo en sérums hidratantes y cremas para compensar la pérdida de humedad mientras tratas el acné.
Recuerda, ante cualquier molestia o duda que te surja respecto a tu piel, lo mejor será que consultes a un dermatólogo para recibir tratamientos y consejos personaliza
Siempre puedes prevenir futuros brotes
Tu piel es perfecta tal como es, y aunque de vez en cuando el acné se cruce en tu camino, no tiene el poder de definirte. Puede que no siempre puedas evitarlo, pero sí puedes darle a tu piel el cariño que necesita cada día para mejorar su aspecto y prevenir futuros brotes. ¿La clave? Cuidarla con los productos adecuados, un poco de paciencia y mucha constancia. Aquí te dejamos algunos consejos:
- Establece una rutina diaria y cúmplela. Cuidar tu piel todos los días es tu mejor defensa contra las imperfecciones.
- Cuando un grano aparezca, ¡no lo aprietes! Lo mejor es tratarlo con productos específicos como un gel secante.
- Aprende a gestionar el estrés con ejercicio o meditación. El estrés puede aumentar el cortisol en tu cuerpo, lo que desencadena la aparición de más granos al hacer que tu piel produzca más sebo.
- Usa protección solar a diario. El sol puede agravar esos granitos ocasionales, y los radicales libres no ayudan. Protégete y cuida tu piel.