Un rayo de sol, uoh, oh, oh… Pocas frases transmiten tanta alegría. Y aunque todos hemos tarareado esa canción alguna vez, lo que muchos no saben es que la luz del sol no solo anima el día: también puede transformar tu bienestar.
Ese primer café de la mañana frente a la ventana, un paseo al atardecer en verano, tomar el sol mientras lees junto a la piscina o celebras la vida con amigos… Todos esos momentos que el sol nos regala están cargados de beneficios reales para tu cuerpo y tu mente.
Hoy, junto a Alessandro De Luca, Medical Affairs Specialist, te contamos tres formas en las que el sol puede beneficiar tu salud física y emocional. Te lo adelantamos: después de leer este artículo, te van a entrar ganas de salir a que te dé un poco el sol (siempre con protección, por supuesto).
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¿Cómo es posible que el sol influya en nuestro cuerpo y mente?

La respuesta está en cómo los rayos solares interactúan con nuestra piel, y todo comienza con una estrella que está a más de 149 millones de kilómetros: el sol.
Alessandro nos lo explica: ‘’Cuando la luz solar entra en contacto con tu piel, especialmente los rayos UVB (ultravioleta tipo B), desencadenan una reacción química que convierte un compuesto presente en la piel (7-dehidrocolesterol) en vitamina D3, la forma activa de la vitamina D’’. Esta vitamina es fundamental para múltiples funciones del cuerpo: ayuda a absorber el calcio, fortalece los huesos y regula el sistema inmunológico.
Pero ahí no termina la magia del sol. Como nos cuenta Alessandro: ‘’La exposición al sol también estimula la producción de serotonina, el neurotransmisor conocido como la hormona de la felicidad’’. La serotonina mejora el estado de ánimo, ayuda a mantenernos enfocados y estables emocionalmente. Y más adelante, cuando la luz desaparece, esa serotonina se convierte en melatonina, la hormona que regula el sueño.
Así que la próxima vez que disfrutes de un ratito al sol, recuerda: no solo estás recargando energía, también estás cuidando tu salud desde dentro.
1. El sol aumenta los niveles de vitamina D

Empecemos por uno de los beneficios del sol más conocidos —y también uno de los más importantes—: su papel en la producción de vitamina D, una sustancia clave para el buen funcionamiento del organismo. Como nos explicaba Alessandro, la radiación ultravioleta tipo B que emite el sol es fundamental para que la piel inicie esa reacción química que da lugar a la forma activa de la vitamina D.
Pero como él mismo nos advierte: no basta con asomarse a la ventana. “Factores como la latitud, el tono de piel, la época del año o incluso la hora del día pueden influir en la cantidad de vitamina D que producimos”, nos descubre Alessandro. Por eso, una exposición solar breve pero regular y controlada —siempre con protección— es clave para obtener sus beneficios sin poner en riesgo la salud de la piel.
Está en tus huesos (y mucho más)
La vitamina D va mucho más allá del cuidado óseo. Para Alessandro, “no solo favorece la absorción del calcio y el fortalecimiento de los huesos, sino que también interviene en funciones inmunológicas, metabólicas e incluso genéticas”. De hecho, se ha demostrado que participa en la regulación de más de mil genes, a través de receptores específicos distribuidos en al menos 60 tipos celulares del cuerpo.
Además, mantener niveles adecuados de esta vitamina se asocia con la prevención del raquitismo, la osteoporosis y otras enfermedades crónicas. En cambio, su deficiencia puede aumentar el riesgo de alteraciones en el metabolismo del calcio, debilitar el sistema inmunitario e incluso relacionarse con ciertas enfermedades autoinmunes o algunos tipos de cáncer, aunque este último punto sigue siendo objeto de estudio.
En definitiva, como bien dice Alessandro, “el sol activa un mecanismo natural que difícilmente puede sustituirse solo con dieta o suplementos. Por eso, la exposición moderada y consciente a la luz solar sigue siendo una de las mejores formas de asegurarnos unos niveles óptimos de vitamina D”.
“El sol activa un mecanismo natural que difícilmente puede sustituirse solo con dieta o suplementos’’.
Alessandro de Luca, Medical Affairs Specialist.
2. El sol mejora la calidad del sueño

Puede parecer sorprendente, pero una noche de sueño de calidad empieza mucho antes de que el sol se ponga. “La exposición a la luz solar por la mañana actúa como un sincronizador natural del ritmo circadiano”, nos explica Alessandro. Este ritmo, también conocido como el reloj biológico, regula funciones esenciales como el sueño, el apetito, la temperatura corporal y el nivel de alerta a lo largo del día.
Cuando la luz natural entra por los ojos a primera hora, el cerebro interpreta que ha comenzado el día y detiene la producción de melatonina, la hormona que nos induce al sueño. “Ese corte de melatonina por la mañana es clave, porque ayuda al organismo a mantenerse despierto y activo, y permite que por la noche vuelva a generarse en el momento adecuado”, añade Alessandro. Gracias a este ciclo, el cuerpo se prepara de forma natural para descansar bien cuando llega la oscuridad.
¿Su mejor consejo? ‘’Algo tan sencillo como dar un paseo bajo el sol matutino puede mejorar no solo tu energía durante el día, sino también la calidad de tu descanso nocturno’’. Una rutina de luz y sueño que empieza con el primer rayo de sol.
‘’Algo tan sencillo como dar un paseo bajo el sol matutino puede mejorar no solo tu energía durante el día, sino también la calidad de tu descanso nocturno’’.
Alessandro de Luca, Medical Affairs Specialist
Si no eres fan de los paseos matutinos, no te preocupes. Estudios han demostrado que las personas que se exponen a la luz natural a lo largo del día —no solo al despertar— tienen ciclos de sueño más estables y una mayor proporción de sueño profundo o de ondas lentas, que es el más reparador.
3. El sol nos pone de buen humor

Sentirse bien bajo el sol no es casualidad: tiene una base científica. Alessandro lo sabe bien: “La luz solar estimula la producción de serotonina, un neurotransmisor fundamental para el equilibrio emocional y el bienestar mental”. Esta sustancia, conocida como la hormona de la felicidad, actúa como un estabilizador natural del estado de ánimo, ayudando a mantenernos positivos, enfocados y emocionalmente equilibrados.
Una exposición adecuada al sol se traduce en mayor concentración, mejor ánimo y menos ansiedad o fatiga mental. Por el contrario, la falta de luz puede pasarnos factura. “En los meses de invierno o en zonas con menos horas de sol, es común observar un descenso en los niveles de serotonina, lo que puede afectar negativamente al estado de ánimo”, explica Alessandro. En estos casos, incluso se ha identificado una condición conocida como trastorno afectivo estacional, directamente relacionada con la falta de exposición solar.
Por eso, aprovechar los momentos de luz natural, incluso en invierno o en días nublados, no solo es reconfortante: es una forma sencilla y eficaz de cuidar la salud mental desde un enfoque natural.
Intenta salir a caminar unos minutos al aire libre cada día, aunque sea para tomar un café en una terraza o dar la vuelta a la manzana. Tu mente (y tu cuerpo) te lo agradecerán.
Sol con cabeza: cómo encontrar el equilibrio
Tras conocer los beneficios del sol para tu cuerpo y tu mente, lo más importante es encontrar el equilibrio entre aprovecharlos y proteger tu piel de sus riesgos.
Como recomienda Alessandro, “las mejores horas para exponerse al sol de forma segura suelen ser las primeras horas de la mañana y las últimas de la tarde”, cuando la radiación UV es menos intensa. En esos momentos, el cuerpo sigue siendo capaz de activar la producción de vitamina D, sin exponerse a los picos de radiación que aumentan el riesgo de quemaduras o daño cutáneo.
Y sí, el uso de protector solar sigue siendo imprescindible. Aunque puede reducir parcialmente la síntesis de vitamina D, “eso no significa que debamos dejar de usarlo”, aclara Alessandro. Con exposiciones breves, frecuentes y en franjas adecuadas del día, se puede conseguir un buen equilibrio: proteger la piel y, a la vez, permitir que el cuerpo active sus mecanismos naturales.

Así que ya sabes: la próxima vez que te sientas apagado, sin chispa o con el ánimo bajo, acuérdate de que el sol está ahí fuera, esperándote. Sal un momento, respira hondo, sonríe (con protección, eso siempre), y deja que su luz haga el resto.
Artículo escrito y revisado por:
Belinda es periodista y copywriter creativa. Tras años de experiencia, decidió fusionar sus habilidades de escritura con su amor por el skincare, convirtiéndose en una especialista en la materia. ¿Su imprescindible? Un buen bálsamo de labios.