El paso del tiempo, el sol, la polución y tu estilo de vida tienen un impacto directo en la salud y el aspecto de tu piel, provocando la aparición de arrugas, manchas, irregularidades y falta de luminosidad. Identifica qué es lo que quieres mejorar y adapta tu rutina para proteger la piel de las agresiones externas, prevenir el envejecimiento prematuro, reparar la piel del daño oxidativo y/o corregir los signos de la edad.
Con el tiempo la piel se afina, empiezan a manifestarse líneas de expresión y aparecen manchas por el sol. Proteger tu piel del sol a diario, aportarle ingredientes antioxidantes y mantenerla hidratada es fundamental para prevenirlo.
Los factores externos a los que estamos expuestos a diario producen un estrés oxidativo en nuestra piel que provoca arrugas, pérdida de firmeza, manchas hiperpigmentadas y cambios de tono. Reparar el daño diario y corregir las imperfecciones de la piel con activos antiedad te ayudará a combatir el envejecimiento de la piel.
Sentirte a gusto en tu piel empieza por sentirte bien con tu rutina. Cada piel es única, conocerla es fundamental para entender qué necesita, cómo cuidarla y seleccionar los productos más eficaces.
El sebo y la hidratación están en equilibrio. Su textura es regular, es suave y aterciopelada al tacto y no presenta problemas.
Produce menos sebo que la piel normal, por lo que su función barrera se ve deteriorada. Puede presentar descamación e incluso picor debido a la sequedad.
Es una mezcla de varios tipos de piel. La parte central del rostro (frente, nariz y mentón) es más grasa y la zona de las mejillas es normal o seca.
Tiene un exceso de sebo. Su aspecto es brillante, los poros están dilatados y presenta imperfecciones como puntos negros.
Todos los tipos de piel pueden ser sensibles. Reaccionan de manera excesiva a los factores externos y/o internos, creando sensación de disconfort.